Eres turca, ¿verdad?
Decidí pasar la transición de 2019 a 2020 en Turquía. Déjame contarte algunas historias divertidas.
Supongo que mis rasgos mediterráneos realmente confunden a la gente — no importaba a dónde fuera ni con quién hablara, todos asumían que yo era turca.
Así que, por una vez, decidí decir:
"Sí, lo soy."
Les conté que mis padres se habían mudado al extranjero cuando yo era pequeña, y que por eso nunca aprendí el idioma.
¿Y sabes qué?
¡Se lo creyeron por completo!
Y no fue solo que pareciera lo suficientemente turca como para justificar mi falta de fluidez — Turquía ofrecía mucho más que rasgos compartidos y adorables gatos callejeros en cada ciudad.
🐟 Por qué me enamoré de Ayvalık
Uno de los lugares más tranquilos y encantadores que he visitado nunca es Ayvalık.
Si alguna vez vas a Turquía, añádelo a tu lista.
Es un pequeño pueblo costero justo enfrente de Lesbos, Grecia. Se puede sentir la mezcla de culturas — en los rostros de la gente, en las calles coloridas, en la arquitectura, en la comida…
(Por cierto, prueba el pescado fresco si vas).
¿Y por qué destaco este lugar?
Porque simplemente fue precioso.
Un pueblito pesquero con callejuelas estrechas, casas de piedra junto al mar, y un sol que acaricia suavemente la piel.
Era invierno — tranquilo, silencioso, sin turistas.
Solo tú, los gatos haciendo de guías turísticos, uno de los mejores aceites de oliva del mundo, los lugareños compartiendo sonrisas, y tu corazón derritiéndose bajo el cálido sol invernal mientras escuchas las olas del mar.
🎭 Reflexiones sobre la dualidad
Turquía suele retratarse como un país caótico: bazares bulliciosos, músicos callejeros, bailes, color, ruido.
Y sí, tiene todo eso.
Pero recuerda: incluso en medio del caos, siempre se puede encontrar una paz serena.
Nada puede sostenerse sin su opuesto. Uno da sentido al otro.


Comments
Post a Comment