La Tierra que Sana Almas: Tailandia

Tailandia... probablemente uno de mis destinos favoritos.

Llegué a Tailandia el 29 de enero de 2024.
Me quedé dos meses seguidos, me fui... y luego volví por otro mes.
Tiene un algo que te atrapa.

Recuerdo tan claramente aquella primera noche. Acababa de aterrizar y estaba intentando llegar a la casa de mi anfitrión en Bangkok en autobús. Me pasé de parada —o, más bien, lo destrocé todo con el trayecto. ¿Y sabes qué? Resultó ser lo mejor que me pudo pasar.

Me bajé frente al Wat Ratchanatdaram School, ya entrada la noche.
En cuanto pisé suelo tailandés, me sentí más ligera. Casi flotando. No pude dejar de sonreír. Pensé que estaba cansada, pero no lo estaba. Quizás fue la belleza del templo iluminado en la noche... o el ambiente tranquilo y vibrante que me dio energía para explorar. A pocos pasos, me topé con un espectáculo de luces en una fortaleza cercana.

Todo ocurre por algo. Y quizá ese pequeño desvío mágico fue la razón por la que me salté mi parada original.

Primeras impresiones

✨ Un lugar que te hace sentir lígera, curiosa, alegre🛕 Los templos —tan distintos a todo lo que había visto— me dejaron sin palabras

🎭 Bangkok: una mezcla salvaje y hermosa entre vida moderna y tradición. Aquí encuentras de todo

😋 Paraíso culinario. En cada esquina, un mercado de comida. Street food increíble (segura y deliciosa)

🚦 Tráfico = caos (pero sin llegar al nivel caótico de Vietnam)

🌈 Muy amigable con el colectivo LGBTQ+

🍭 Les encanta lo dulce. De verdad, LES ENCANTA el azúcar

🙆‍♀️ Me sentí muy segura viajando sola como chica moondígena✨ Un lugar que te hace sentir liviana, curiosa, alegre

🌀 Un contraste brutal entre lo espiritual y tradicional, y los espectáculos más locos que puedas imaginar.

🌕 FUEGO EN EL CIELO DE MEDIANOCHE

Una noche, mientras caminaba bajo el cielo tailandés, levanté la vista... y ahí estaba.

No era una luna cualquiera. Una luna roja impresionante, como una bola de fuego brillando en silencio sobre mí.

Me quedé tan maravillada que empecé a escribir a todos mis amigos:
“¡Mirad la luna ahora mismo!”

Algunos respondieron que no veían lo que yo veía. Esa bola de fuego mágica... no aparecía. Entonces caí en la cuenta: estábamos bajo la misma luna, pero same same but different 😂. Diferentes países, diferentes cielos, diferentes magias.

Desde entonces, cada vez que veía una luna roja, volvía a avisar a todos los que estaban en Tailandia al menos. Porque nadie merece perderse esa belleza. Es como vislumbrar un planeta lejano.

Así que, queridas personitas, si estáis en Tailandia, hacedme un favor:
Mirad hacia arriba.

Las lunas rojas aparecen con mucha más frecuencia que en Europa. Y merecen que las contemples.

Ahora las llamo Midnight Sunsets.
Quizá tú también lo hagas.
O tal vez encuentres un nombre aún mejor para esa bola de fuego que ilumina la noche.

🐢 AMOR BAJO EL AGUA

Llegué a Koh Tao y me dirigí a Shark Bay, con la esperanza de no tener ningún encuentro desafortunado con una mamá tiburón o un papá tiburón (aunque los que suelen verse aquí son pequeños y tímidos).

Alquilé unas máscaras de snorkel y me lancé al mar a explorar. Nadé... y nadé... y entonces lo vi. Una tortuga enorme, ¡más grande que yo!

Estaba comiendo en paz, deslizándose lentamente de un sitio a otro.

Amo a las tortugas. Son mágicas. Tienen una presencia tan serena y sabia.

En mi mente le susurraba: “Ven hacia mí. Déjame tocarte. Estás a salvo conmigo. Te quiero. No voy a hacerte daño.”

Y entonces... se giró.

Nadó directamente hacia mí, hacia la superficie.

Al pasar tan cerca que pude darle un "high five" (chocar las manos, ¡tocarla!), me quedé paralizada de alegría. 😱 Ese momento... pura felicidad.

Guiada por la curiosidad, la seguí. ¿A dónde iba?

Pronto vi otra tortuga, igual de grande. Y entonces... sucedió.
Probablemente el encuentro con tortugas más bello que vea en mi vida.

Empezaron a bailar, sí... ¡a bailar!
Girando en círculos suaves, acercándose... acercándose...hasta que se tocaron la cabeza. Un abrazo dulce y lento, una caricia cabeza con cabeza. Y así, en un suspiro, el baile terminó. Se separaron lentamente.

Me quedé atónita. Llena de luz, amor y gratitud. Ser testigo de algo tan íntimo y raro... fue pura magia.

Más tarde, conocí a un instructor de buceo local. En cuanto dije “tortugas enormes”, sonrió: “¡Shark Bay!”

Al parecer, es famosa porque estos gigantes suelen aparecer, especialmente por la tarde.

Comprendí lo afortunada que había sido. Normalmente, la zona está llena de turistas intentando grabarlas... y estos dos definitivamente no muestran su afecto en público.

Así que gracias, tortugas.
Gracias por confiar en mí.
Gracias por dejarme ver la magia de vuestro baile.

👧 LA PEQUEÑA SANADORA

Sigo en Koh Tao...
Este lugar me cambió la vida para siempre —aunque esa es otra larga historia.

Lo que sí puedo decir es que algo se abrió aquí.

Al día siguiente de mi primera sesión de sound healing, me puse enferma. Fiebre. Debilidad. Una pesadez inexplicable. Algo había cambiado dentro de mí... y mi cuerpo lo notaba. Era como si algo profundo se hubiese desbloqueado y no supiese qué hacer con ello.

Volví al lugar donde hice la sesión. No sabía por qué. Solo sabía que necesitaba hablar con la facilitadora. Entender qué seguía moviéndose dentro de mí.

Mientras esperaba, me senté en un sofá, sintiéndome extraña.
Enferma. Agitada. Sin comprender lo que pasaba.

Y entonces... entró una niña. Pequeña, con rizos graciosos y una presencia tranquila e inocente.

No dijo nada. Pero me vio y lo supo.

Me sonrió y me trajo un vaso de agua. Me dio mandalas para colorear y rotuladores. Luego, sin pedir permiso, empezó a pintar en mis piernas.

Me hizo sonreír.

Su madre la llamó para volver a casa. Ella se negó. Se quedó conmigo.

Esa niña quizá no sabía lo que estaba haciendo. Puede que no fuese consciente de la luz que traía. Pero en ese momento... me sanó.                              

💆 MASAJES QUE TOCAN EL ALMA

Mi aventura con los masajes tailandeses no empezó bien.

En el primero —con un masajista—, digamos que lo profesional brillaba por su ausencia. 😬

En el segundo —con una mujer—, se quedó dormida encima de mí varias veces (la pobre, seguro que estaba agotada de todo el día).

Pero no me rendí. Estaba en Chiang Mai, y tuve experiencias inolvidables:

👁️‍🗨️ El "Blind Massage" o Masaje a Ciegas

En Supattra Blind Massage, todas los masajistas son invidentes. Entré y conocí a la mujer que... fue mi terapeuta. Empezó con presión en puntos concretos. 

Y entonces... empezó la magia.

Al tocarme, empezó a susurrar palabras que no entendía. Pero sentía algo: como si abriera un agujero en mi cuerpo y se liberara algo pesado, como un globo desinflándose. Era como si flotara.

Ella quizá no veía lo que había a su alrededor... pero estoy convencida de que veía, sentía algo.
Porque estaba sanándome de una manera sutil y poderosa.

🔨 Tok Sen 

Fui al templo Wat Pan Whaen en Chiang Mai donde ofrecen el masaje tradicional Tok Sen, técnica norteña que usa un palo de madera y un pequeño martillo.

La terapeuta coloca el palo en puntos de presión y golpea suavemente, enviando vibraciones profundas a los músculos y líneas de energía.

Durante esa sesión, tuve visiones preciosas. 

Me vi de niña.Y me decía a mí misma:"Te quiero."

Cuando terminó, fui directamente al baño y me eché a llorar. Las vibraciones habían agitado y liberado algo dentro de mí—igual que en la sesión de sound healing. Fue poderoso, emotivo y profundamente sanador.

💪 MUJER FUERTE

Al lado del hostel Like Home (donde me alojé—muy recomendable), encontré un sitio de masajes: Tisha Massage. Precios geniales, personal increíble. 💛

Nada más entrar, te ofrecen agua y te lavan los pies con agua perfumada con flores. 🌸

Al acabar, te sirven té y galletas—un ritual dulce y relajante.

Perdí la cuenta de cuántos masajes recibí allí. Estas mujeres son fuertes. Una vez, durante un masaje de piernas y cadera, respiraba con fuerza—dolía, pero de esa forma buena, necesaria.

En un momento, la masajista miró a mi pareja (estábamos en la misma sala), se rió y dijo:
—"Cuando acabemos, se va a esconder y llorar." 😅

Spoiler: no lo hice.

Creo que procesé todo el dolor durante la sesión 😂 —y aún así, lo recuerdo como uno de los mejores masajes que he tenido.

💫 Reflexiones

Si buscas magia, abrir tu corazón, encuentros que transforman...Tailandia puede ser tu lugar.

Claro que esto puede pasar en cualquier parte...pero Tailandia lo tiene. De forma TAN natural.

No vine aquí buscándome.
No sabía que me iban a abrir y partir en pedazos para luego reconstruirlos.
Pero Tailandia tenía otros planes para mí.

Y esto es lo que aprendí:
La sanación no siempre se parece a un retiro tranquilo o un ritual sagrado.

A veces duele.
A veces te hace reír.
A veces te hace flotar — bajo el agua con tortugas, en el silencio de la ternura de una niña, o al contacto de un masaje que te hace respirar profundo.
A veces necesitas acabar de romper y deconstruir lo que ya estaba en ruinas, para poder reconstruir algo mejor, algo más bonito.

Sanar es fluir, mantenerse abiert@, y dejar que la vida—dondequiera que estés—te sorprenda.

Mi mayor consejo: 

No lo planees todo al pie de la letra.
Deja espacio para la espontaneidad.
Y sobre todo, habla con la gente del lugar que visitas. Son curios@s, quieren conversar… y tal vez te digan o hagan algo que te cambie para siempre.


Con Amor - Una Moondígena Explorando Culturas 💛

























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